El impacto de la diversificación en la gestión del riesgo es clave para entender como dos carteras con rentabilidades iguales pueden tener distintos niveles de volatilidad.

Imagínense dos carteras: cartera A que tiene una rentabilidad esperada del 8% y una volatilidad del 12% y otra cartera B que tiene la misma rentabilidad esperada, pero con una volatilidad del 6%. Dependiendo del nivel de riesgo que estés dispuesto a aceptar escogerás una u otra porque existe una clara diferencia en cuanto a la variación de la rentabilidad actual que pueda rendir cada cartera dentro de un tiempo determinado.

La volatilidad no hace otra cosa que medir cómo la rentabilidad del instrumento financiero se ha desviado de su media histórica. Por ello, una cartera que ofrece una rentabilidad superior tiene mayor riesgo, pero parte del riesgo se puede reducir mediante la diversificación. En cuanto al riesgo, la cartera B es considerada más eficiente porque obtienen la misma rentabilidad que cartera A pero con menor volatilidad.

Como podemos observar en el siguiente gráfico la rentabilidad anual de las distintas clases de activos varia considerablemente cada año, de ahí la importancia de tener una cartera globalmente diversificada:

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La diversificación se puede realizar de diversas maneras: por tipos de activos (renta variable, renta fija, etc), por áreas geográficas (Europa, Japón,etc), por divisas, por estilos de inversión, etc y componer una cartera que se ajuste al perfil de riesgo del inversor. Estos mecanismos de diversificación son más efectivos cuando los activos contemplados muestran una correlación imperfecta entre sí, es decir, que evolucionen hacia arriba y hacia abajo en diferentes momentos, en relación con los demás activos que componen la cartera. En otras palabras, a lo largo del tiempo estos activos tienden a fluctuar en diferentes momentos y de manera no simultánea, de modo que la cartera en su conjunto resulta menos volátil y más resistente a posibles caídas, que si se considerasen por separado los activos individuales.

Los datos históricos de largo plazo indican que, la renta fija ha tenido un comportamiento inverso al de la renta variable; es decir, cuando subía el valor de la renta variable, el precio de la renta fija solía caer y viceversa.

Un inversor conservador tendría una cartera ponderada más hacia activos de menor riesgo como en liquidez o bonos del estado, entre otros, que históricamente han sido categorías de activos menos volátiles si se comparan estos a la renta variable o los bienes reales; frente a un inversor más agresivo que tendría una mayor composición de activos con una mayor volatilidad o riesgo como suele ser la renta variable o bienes reales.

Otro factor a tener en cuenta es el de mantener su inversión a largo plazo

La volatilidad de una cartera a corto plazo tiende a ser mayor, sin embargo, a largo plazo esas volatilidades se reducen y las rentabilidades anualizadas tienden a ser positivas. Hacer aportaciones periódicamente a la cartera también reduce la importancia del market timing. Al aportar una cantidad fija de forma mensual, se obtiene un precio promedio por acción más bajo durante subidas y bajadas del valor lo que al final pueda compensar.

Al final, en su totalidad la diversificación busca eliminar el riesgo no sistémico al establecer un número determinado de valores en cartera que están diversificados por clases de activos y dentro de cada clase por sectores y geografía. Sin embargo, la diversificación no consigue eliminar todo el riesgo existente. Lo que queda es el riesgo de mercado o riesgo sistémico. El riesgo sistémico en este sentido es el riesgo agregado de todos los valores que componen los índices de la bolsa, su comportamiento se traduce en dicho riesgo, lo que la diversificación de valores en una cartera no es capaz de eliminar.