Las personas tendemos a juzgar nuestras habilidades basándonos en los resultados, pero los resultados que conseguimos son a menudo una combinación de habilidad y de suerte.

En una actividad donde la suerte tiene poca cabida, sólo son necesarios unos pocos resultados para juzgar si una persona tiene habilidades. Por ejemplo, si juego un partido de tenis contra Nadal, voy a perder todo el tiempo. Por otro lado, en entornos donde el azar tiene un mayor papel, la conexión entre habilidades y resultados está rota, de manera que las decisiones basadas en las habilidades pueden llevar a malos resultados y viceversa. En estos casos, solo nos queda juzgar las habilidades basándonos en muchos resultados y, aún más importante, en el proceso de decisión.

Cuando algo depende de la casualidad, lo puedes saber porque es difícil equivocarse a propósito.[^n] Si eres médico o arquitecto, profesiones donde el factor suerte es pequeño, puedes equivocarte muy fácilmente si quieres. La inversión es una actividad inmersa en la suerte, si intentamos fallar a propósito, eligiendo las peores inversiones en un año concreto, puede que terminemos haciéndolo muy bien, incluso en contra de nuestra voluntad. Los mercados se mueven por las emociones de las personas y raras veces son predecibles a corto plazo.






En esta área, donde predomina la suerte, encontrar al Nadal de las inversiones es muy difícil. Las comisiones elevadas han atraído a las personas más inteligentes a la gestión del dinero, mientras que muchos inversores minoristas han dejado la inversión activa y están comprando fondos índice. Esto ha creado un entorno donde los inversores profesionales se han vuelto muy habilidosos como grupo, pero todavía tienen habilidades muy parecidas entre sí [^n]: tienen acceso a la misma información y a la misma tecnología. De ahí que habitualmente resulte extremadamente difícil para los fondos activos superarse entre sí o hacerlo mejor que el promedio de los mercados [^n]. Aunque todos ellos piensen que poseen habilidades, cualquier año los que obtengan mejores rendimientos serán con toda probabilidad aquellos con mejor fortuna.

Dado que en inversión existen altas habilidades y altas probabilidades, lleva mucho tiempo juzgar si un inversor es bueno o tiene suerte. En el momento en que estemos seguros de que es bueno, por lo general, ya será demasiado tarde. Sus circunstancias de vida pueden haber cambiado [^n], puede haberse hecho demasiado rico, haberse divorciado o haber perdido el personal clave, todo aquello que pueda afectar a su rendimiento futuro. Las probabilidades de encontrar un campeón antes de que se convierta en ganador son pocas, y la búsqueda resulta cara, las comisiones, elevadas, y existe un alto riesgo de malos resultados.






En Finizens somos escépticos con los que tratan de pronosticar y con los expertos. Somos conscientes de cuánto mueve la suerte los mercados y no creemos que por lo general podamos encontrar al “Nadal de la inversiones” para nuestros clientes.

Por suerte, ¡no lo necesitamos!
Sólo tenemos que ayudar a nuestros clientes a seguir un proceso disciplinado: contribuir regularmente a una cartera pasiva, diversificada y con bajas comisiones y rebalancearla de vez en cuando.

Esto cuidará bien de sus inversiones, y Nadal debería también hacerlo.